La saga El Justiciero, protagonizada por Denzel Washington, es una de mis favoritas y quizá no sea por coincidencia que son de las pocas películas de acción que prescinden de una frenética y futil persecución en carro que me parecen una estafa a la audiencia que somos quienes al final pagamos el platal que debe de costar producirlas.
Ya sea que el que huye termine escapando o que no, son minutos que no aportan nada a la trama y que me cuesta creer que alguien, además de los productores, disfrute. Sospecho que ni siquiera los pobres actores.
Por eso, cuando las veo venir, si estoy siguiendo algún programa alternativo, cambio de canal como si fueran un bloque comercial, y si no, hago un recorrido por mis usuales canales para encontrarlo. O si no, solo me concentro en el juego que eventualmente tenga en progreso en mi celular hasta que termine aquel caos.