Por esta época, todos los años se notan los esfuerzos que hacen los noticieros para combatir la venta de pólvora a menores de edad, cuyas consecuencias pueden ser tan dolorosas y fatales, sin embargo me parece que son inútiles mientras el adulto inmaduro siga dando el ejemplo recurriendo a los fuegos artificiales en sus mayores celebraciones, como por ejemplo ahora en navidad.
Insatisfecho con una velada íntima en familia, el vecino sale y compite por ser el más escandaloso, e invita a sus semejantes a unirse a su juego. Con detonaciones y efímeras resplandecencias en el cielo, el barrio se hace notar en la ciudad y hasta donde alcancen la vista y el oído de sus pobres habitantes. El país entero se sume en esta frenética competencia sin pensar que en otros lugares del mundo hace horas que ya pasó el sublime momento, y en otros, aún lo esperan. Y por fin, si los extraterrestres nos están mirando, verán cuán felices y optimistas hemos llegado nosotros a las vísperas de nuestro año nuevo.
Sería interesante saber si existe aún en el mundo algún envidiable país donde esto no suceda. Debería ser totalmente prohibido.
Es muy triste ver que esta enfermedad crónica ha atacado y se agudiza en mi ciudad.