En su afán por inocular la sustancia experimental del Covid-19 a la mayor cantidad posible de personas y de evadir eventuales responsabilidades, el Ministerio de Salud emplea titulares tendenciosos a la hora de presentar información acerca de los efectos adversos reportados como consecuencia de la inoculación, programando al lector para que, en vez de sacar sus propias conclusiones, interprete la información de acuerdo con el mensaje sugerido en el titular, el cual, en el caso concreto, resulta más que claro: “síntomas leves y poco frecuentes”, es decir, nada grave.
Lo que ocurre es que sí se han reportado efectos graves, 24 en total con 8 muertos, nada más que, convenientemente, esa información aparece al final de la nota de prensa, como si fuera un número residual sin mayor importancia.
Es común encontrar ese tipo de programación en campañas publicitarias o en los medios de desinformación masiva, que representan intereses privados, pero que lo utilice una institución pública con el ánimo de inducir a engaño a la población es completamente reprochable, máxime tratándose de un tema tan delicado.
Y no es preciso ahondar más porque la nota de prensa habla por sí sola. Pero que conste, el papel desempeñado por el Ministerio de Salud en la imposición y normalización de esta tiranía de miedo, muerte y sufrimiento no ha de pasar desapercibido.