Ya los periodistas no pueden dar la noticia de algún suceso que provoque una o más muertes sin incluir el término “lamentable” sea como sea. Es como si temieran parecer seres desalmados si no lo pronunciaran, pero más bien da lástima verlos auto-censurarse haciendo su trabajo.
Creo que todo comenzó con unos simpáticos anuncios comerciales en televisión donde uno de los protagonistas era el mismo fundador de esta empresa, Open English, en la cual supuestamente se aprende el idioma inglés a través de internet.
* Desde hace un par de semanas, el sitio web del diario La Nación trata de obligar al lector a identificarse para seguir leyendo, redireccionándolo a la portada al segundo click que haga, de modo que solo se puede leer un artículo por día sin necesidad de iniciar sesión.
Estuvo bastante simpática la edición de esta semana de Quién quiere ser millonario dedicada a los niños. La dinámica que uno espera de un programa así, donde se sucedan las preguntas y las respuestas de los concursantes fluidamente, transcurrió con naturalidad, sin alardes de pericia de los concursantes y sin más teatro de la cuenta, y me pareció que hasta los productores gozaron de más tiempo para comerciales, aún completando la participación de sus dos invitados de rigor al final de la hora.
